El paisaje más allá de Instagram

¿Puedes levantar la vista y contemplar el paisaje que te rodea? El paisaje de verdad, el que resulta materialidad consciente, planeada y que necesita de tu mirada para cobrar sentido. Hoy vivimos los paisajes a través de las pantallas, buscando aquella imagen de postal que nos remite a lugares exóticos o poco cotidianos. Y no, el paisaje es cotidianeidad y realidad física labrada por generaciones, esculpida con sudor y sacrificio, respetada como fuente y origen de todo lo necesario para la vida.
Construyendo los paisajes culturales las personas han edificado pueblos y ciudades, han alumbrado estilos artísticos, han creado instrumentos, herramientas, oficios, las maneras de cultivar los campos y apacentar los ganados, lugares de ocio y lugares sagrados. Han elaborado complejas creencias, fiestas y tradiciones. El paisaje es el resultado de nuestra adaptación al terreno: al clima y la geografía. Hemos escogido y domesticado plantas, animales; hemos planificado zonas habitables. El resultado de cientos de siglos de selección es el mundo que disfrutamos.
¿Tiene sentido ocuparse del paisaje? ¿Debe una entidad como la Fundación Santa María la Real abordarlo como concepto innovador? Sí. Son muchas las fuerzas que están cambiando nuestro entorno: la demografía regresiva en el mundo rural, la industrialización de la explotación agraria y ganadera, grandes infraestructuras como autopistas, carreteras, parques eólicos y fotovoltaicos. Y, cómo no, la guinda del pastel, el cambio climático.
Lo que no se conoce, no se aprecia. En un momento en el que los cambios son drásticos son necesarias entidades que estudien y difundan las características de nuestros paisajes. El concepto de paisaje cultural es poliédrico, abarca facetas naturales, culturales, económicas y sociológicas diversas. Permite una aproximación holística al territorio, al ecosistema, a las personas y a las relaciones que se originan. Ningún paisaje es igual a otro, pero muchos están evolucionando en la misma dirección, perdiendo su capacidad productiva y cultural.
Conscientes de eso impulsamos un proyecto innovador como es el Observatorio Ecológico Transfronterizo del Duero con el objetivo de analizar la conectividad de los ecosistemas y la salud de la biodiversidad en un territorio en el que infraestructuras como autopistas, carreteras o embalses han creado barreras para la fauna. Conocer la evolución de estos paisajes y su estado de salud así como elaborar pronósticos sobre su futuro permitirá gestionar los territorios con más acierto. En este momento es necesario avanzar en modelos de conservación de los ecosistemas agropastoriles si queremos seguir conectados con el territorio y viviendo de lo que la tierra nos ofrece. De productos reales, tangibles, no solo virtuales.